En aquel pequeño y solitario pueblo, el invierno parecía atrapar su cuerpo entre sus sueños. Edgar, un viejo pescador, recordaba los días de gloria en el mar. Pero ahora, sus dedos temblorosos apenas podían sostener una caña. Mientras miraba el horizonte, recordó el bullicio de las redes en altamar. Cada amanecer, arrastraba sus pies cansados por la orilla de la playa, buscando algún atisbo de su pasado. Pero su barco permanecía varado, como su alma hundida en la tristeza de su soledad.
Bonito microrrelato con una ilustración perfecta. Genial
Que tengas buen día, amiga.
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Gracias Azurea, me alegro que te guste. Un abrazo y feliz jueves
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La nostalgia tiene su lado muy hermoso. Precioso relato. Un abrazo.
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Gracias Lady, me alegro que te guste, un abrazo.
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¡Ay la nostalgia de días pasados que no volverán!
Saludos, Nuria.
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Así es Marlem, días que no volverán con personas que ya no están. Un abrazo
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Un marino siempre camina con el mar en la mirada. Me ha encantado. Un abrazo.
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Gracias Carlos, me alegro que te guste un abrazo.
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Hola Nuria, aquí estoy dándome una vueltecita por tus entradas, me gustó este pescador anciano que añora sus años pasados, el mar no te suelta siempre te regresa a él. Muy hermoso, abrazo grande
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Gracias Themis por tu visita, aunque en realidad donde escribo es siempre en mi blog Bitácora literaria, de blogger, wordpress hago alguna que otra entrada por mantenerlo activo para poder comentar a quienes tenéis wordpress. Un fuerte abrazo
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